1
Dejarse caer en gotas ebrias de silencio,
para formar melodía, con sabor a soledad,
formarse en el tiempo vano que evidencio,
terminando leyenda, contada por frialdad.
2
Con corrientes, esparcir los sueños
sintiendo a las esperanzas, sórdidas, difamar,
Pobre de aquel, que olvidó a sus dueños
y se deja, por las penumbras apresar.
3
Vientos sin vidas, de restos cargados,
mientras el espacio desviste a la adversidad,
pobres mortales, que sabiéndose alados,
aún insisten, tan tercos, en caminar.
4
Son los pájaros sin canto los que vuelan acá,
las almas cansadas, que olvidaron caminar
mas no aprenderá a dormir en infinito, ni despertará
ella, la de la rosa ferviente negada a marchitar
5
Y somos sonrisas falsamente dibujadas,
y miradas maliciosas intentando bondad,
venzamos las imaginaciones (tan) sesgadas
sin dejar el ritmo a la absurda casualidad,
no escribamos historias de ausencias olvidadas...
y mucho menos, olvidemos el eco de perpetuidad
6
El silencio grita con ahogados violentos,
mientras los ojos se deshacen entre lágrimas,
lágrimas hiladas en rumores tan lentos
y tan infinitos, que se confunden con ánimas.
7
Y deja de callar, mortal inconcluso
deja de apostar a la eternidad ancestral
el problema es el silencio
el vacío es el silencio
la inconsciencia, es el silencio...
No vivamos figuras mudas, encajadas en viento
vivamos humanos, aptos para hablar
embriaguémonos de verbo e infinidad
y olvidemos el silencio, atestado de necedad.
8
Vivimos la vorágine en tiempo presente y singular,
en primera persona y absurda vanidad,
rodeados de cantos, cantados al azar
y numerosos caos, asignados en pluralidad,
somos extraviados, incapaces de notar
las estrellas perdidas en el abismo, perdidas sin piedad...
9
¿Y qué haré conmigo?
Si la voz misma guarda el secreto al cantar,
buscando cantos jamás entonados,
y los pies son estáticos a la hora de bailar,
buscando ritmos jamás soñados,
jamás pensados, y que jamás se harán pensar
10
¿Y qué haré contigo?
Si soy incapaz de hallarte,
y robar al destino tu íntima identidad,
si eres el rincón más puro del arte,
y los tortuosos labios de la levedad
11
¿Y existimos nosotros?
¿Existe un nosotros?
12
Debemos ser las palabras en boca muerta,
no hay razón para la ridícula fatalidad,
debemos ser entradas, olvidadas en la puerta,
o brillos ausentes, goteando precariedad
13
Así que somos fénix residuales,
sensual llovizna entre la austeridad,
desórdenes asombrosamente finales,
plasmados para siempre, en la fugacidad…
14
Y después del caos, dos flores amarillas,
sin redundancias ni atardeceres duplicados,
el silencio, el amor desnudo y aquella a quien miras,
terminaron, como todos, de nombres repetidos,
las cenizas no cargan las culpas
ni es posible vestirse de desaparecidos,
son las flores nacientes y ocultas
terminadas en movimientos perdidos.
15
¡Y encontramos un nosotros!,
¡Y hablamos de nosotros!,
¡Somos los que existimos, nosotros!,
Sin importar que realmente,
caminemos por siempre el uno, sin el otro...
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