Cuelgo y me quedé sentada. ¿Qué pasó? - Nada mami, se murió este hombre - Se murió? Cuántos años tenía? - Pocos mamá, siempre son pocos cuando la gente muereCamila, hola, sí yo sé, hace mucho no te llamo, sí claro, el trajín diario, sí, que triste hablar por esto, imagínate, tan jóven, no Camila, de la nada, no no sabían nada, esta mañana, simplemente murió y ya. Camila, ¿tienes tiempo mañana? a las 12 Camila. Bueno, que lástima que sólo nos llamamos para esto. Bueno Camila, duerme, nos vemos.
Y ahora es difícil moverme.
Suspiro y pienso en la importancia del momento en el cual algo pasa de moverse a no hacerlo, de la doble ausencia, "de la doble quietud de las cosas que ya no se mueven y solían hacerlo".
No estoy triste. Cada vez que alguien muere, me deja con un sinsabor en la boca, me deja con esa pensadera sobre todo, con ese estado de la-gente-que-tú-quieres-también y con esa sensación de que la realidad, si se es tan bizarro como para llamarla así, se va entre los dedos sin opción, que la única decisión que se puede tomar, es la de dejarse llevar, que si dios existe debe morirse de la risa al vernos hacer planes...
1 comentario:
Me encantó, Felicitaciones, escribes muy bien! :)
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